En estos tiempos de globalización, la política energética y los argumentos ambientales referidos a los agrocombustibles varían de una parte a otra del planeta.

Colombia —país productor y exportador de petróleo— impulsa el uso del etanol proveniente de la caña de azúcar y el biodiésel de palma africana. El Gobierno apoya la producción de agrocombustibles con la creación de una demanda a través de mandatos de mezclas obligatorias, exenciones tributarias, precios de sustentación, créditos blandos y apropiación de baldíos. Estos subsidios e incentivos aseguran la rentabilidad a los inversionistas y sacrifican recursos públicos que podrían ir a la educación, la salud y la producción de alimentos.

Ecopetrol invierte en agrocombustibles en varias partes del país. Ecodiésel fue la primera asociación donde Ecopetrol participó, con un 50% y los palmeros del Magdalena Medio con el otro 50%. Luego, en los Llanos Orientales se creó Bioenergy, con participación de Ecopetrol en asocio con los cañeros.

Mientras, en EE. UU. se está discutiendo la ley para definir si se incrementa o no la participación del etanol en la gasolina. Con página completa en The Washington Post (diciembre 4/2013), un grupo de consumidores de alimentos —casi todos nosotros comemos, deberíamos participar del mismo grupo— cuestiona esta posibilidad y pública frases como: “¿Desviando cultivos de comida para combustible? ¡Nosotros somos quienes vamos a pagar el precio!”. El Consejo Nacional de Cadenas de Restaurantes de EE. UU. (NCCR, por su sigla en inglés) ha realizado una investigación que demuestra que el uso del maíz para los combustibles ha incrementado el precio de los alimentos, y aún más después de la sequía de 2012. La NCCR apoya la investigación para biocombustibles de segunda generación que no compitan con la producción de alimentos, pero se opone a aumentar la participación del etanol —derivado del maíz— en la gasolina. La Agencia para el Medio Ambiente de los EE. UU. (EPA), entidad que impulsa y regula el uso de agrocombustibles, por años sucesivos ha tenido que bajar la exigencia de uso de agrocombustibles por costos y disponibilidad. A diferencia de Colombia, donde Ecopetrol está en el negocio de los agrocombustibles, en EE. UU. es el mismo Instituto Americano de Petróleo el que presiona para que se bajen las metas de mezcla de agrocombustibles. Según la ley de “Independencia energética y seguridad”, las mezclas deberían subir anualmente.

En la Unión Europea, región inicialmente promotora de agrocombustibles, hoy por argumentos ambientales definen disminuir el nivel de mezcla. En septiembre (2013) el Parlamento Europeo redujo de un 20%, inicialmente proyectado, a un 6% la parte de agrocombustibles en el consumo final de energía en los transportes. Ahora sólo favorece los biocombustibles de segunda generación, que no compiten con la producción de alimentos. De otra parte, los autos eléctricos, antes archivados, ahora empiezan a ocupar las calles en las principales ciudades del mundo.